A lo largo de los siglos el ser humano, tanto en comunidad como individualmente, se ha subido a lo alto de una sierra como protección contra los diversos peligros que pudieran acecharlos.
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Azotea en Capileira, pueblo Alpujarreño |
Una clara muestra de este tipo de comportamiento son los vestigios de los pueblos de Al-Ándalus, que seleccionaban los mejores sitios para divisar al enemigo para hacer sus asentamientos, aunque no fueran los lugares más cómodos para vivir, daban una protección que lo compensaba. Como ejemplo conservamos muchos nombres de pueblos de origen andalusí en las sierras, basta con hacer un repaso mental de pueblos que empiecen por Al-(lo que sea), o Ben-(lo que sea), aunque no sean exclusivos de montaña, es en ella donde más se concentra este tipo de toponimia.
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Generalife y Alhambra desde el Sacromonte. |
Cualquiera que haya pasado por las diferentes sierras de Andalucía conoce este tipo de edificaciones, o ha visto torreones y restos de castillos en lo alto de lomas y colinas.Quedando como último fortín del mundo de Al-Ándalus las Alpujarras, en las que aguantaron bastante después de la caída de Granada, con la pendiente como amiga, y soportando a base de razias.