Nuestra historia comienza en un aula de la Facultad de Geografía de la Universidad de Sevilla, en la que una serie de desconocidos de todas partes del mundo tuvo la suerte de conocerse.

Algunos de ellos, los autodenominados "supervivientes", todavía resisten al paso del tiempo, y motivados por su afán de salir de la jaula de cemento en la que viven entre semana, cada poco, se juntan para hacer camino juntos. Caminando se disfruta más del viaje.

viernes, 23 de agosto de 2013

Quiero huir del ruido de los hombres

Uno de los mayores placeres de subir a una montaña es, una vez en la cima y habiendo descansado un poco, sentarte y escuchar atentamente. Si tienes suerte de que no haya viento, ni gente alrededor, te sobrecoge el silencio absoluto.



Es un momento casi mágico, que te aleja un poco del resto del mundo, y que te hace sentir una extraña paz. El que ha tenido la oportunidad de experimentarlo alguna vez me entenderá perfectamente.

Otro momento especial que me ha llamado la atención últimamente es durante un descanso en el camino a siete lagunas, al sentarme junto a un salto de agua de un riachuelo. Te puedes quedar unos minutos empapándote tanto de la visión como del sonido del agua corriendo y cayendo, es casi tan hipnótico como observar la llama de una candela, y también te transmite sosiego.