No se puede hablar de herramienta de trabajo, ya que el que se pone sus botas para irse al monte en un fin de semana o periodos más largos, lo hace por el mero hecho de disfrutar del aire, el paisaje, la compañía, la serenidad y la superación personal de llegar al pico más alto, sólo por el mero hecho de llegar y detenerte allí arriba.Y se disfruta más si no es por obligación o con remuneración económica, que para eso ya tenemos el resto de la semana.
En mi caso, mis últimas botas me han acompañado durante los últimos 4 ó 5 años, no recuerdo exactamente desde cuando, hasta que de puro agotamiento han dicho "¡hasta aquí!". Me han llevado por montes de la Sierra de Cazorla, Grazalema, Sierra Nevada o los Picos de Europa. Con ellas me he pateado las calles de ciudades del sur de Europa (Roma, Oporto, Granada, Florencia, Bilbao, Santander, Lisboa...), y los días de de mal tiempo han protegido mis pies de la lluvia en mis desplazamientos en bicicleta.
Botas Quechua, DEP diciembre de 2012, Mulhacén |